sábado, 12 de noviembre de 2011

Era un secreto a veces.

Antes de que me registres, llevo 21 gramos encima.

- Pon las manos donde yo pueda verlas, deja todas tus cosas encima de la alfombra y permanece quieto.
Ni siquiera me leyó mis derechos.

Y las formas de mi ropa se mezclaron con su alfombra, vertedero de civilización y sociedad. La bombilla me apuntaba invitándome a que declarase, pero fue ella que la que quiso declarar(se).

Aún temblaba por el frío que desprendía su mirada, sacó sus armas de mujer y amenazó con matar mi tiempo. Empezó la rueda de reconocimiento arrugando sus sábanas y sus cartas de despedida.

Y el peso de su ley cayó sobre el colchón, los muelles chillaban mezclándose con el sonido de las sirenas, los cristales se empañaron salvando nuestra intimidad, si las paredes hablasen se quedarían mudas y el techo cada vez estaba más lejos.

Y me llevó en coche hasta esta cárcel que son mis costillas, con el ruido de la emisora narrando sucesos consumados buscando un culpable.


viernes, 4 de noviembre de 2011

Siempre nos quemará Madrid.

Lejos, como cuando llueve y piensas en el otro lado del charco. Lejos como cuando las cicatrices sólo eran heridas infectadas de rencor y malos hábitos. Lejos como un viernes, si la monotonía te aprieta el cuello con sus días y te ahogan los problemas. Lejos, como casi todas las primeras veces y los tropiezos con la misma piedra.

Pero lejos, sólo es distancia y distancia es tiempo, distancia es dinero. Y el tiempo corre y yo reduzco tanto el paso que todo está tan lejos y tan despacio.

Pero nos queda mezclarnos en espirales de cobre, dedicarnos nuestros carácteres, y no, no te hablo de mostrarnos nuestra naturaleza, ni condición. Pero nos queda recordarnos sin adornos, como instantáneas de Polaroid o corriendo como el tiempo por alargar otra despedida.

Y nos recuerdo con marcas, de clavarnos las uñas y las miradas, con los trapos sucios, sudados, tirados en la alfombra, chillándonos como muelles oxidados, masticando la soledad que no supimos digerir y escupiéndonos necesidad a los oídos. Con la puerta cerrada y los testigos fuera de esas 4 paredes preguntándole al polvo, y no al amor, como John Fante.


Qué le jodan al Secreto de Victoria. Quiero estar entre sus piernas.


jueves, 27 de octubre de 2011

No fuimos lo que somos.

La presa diaria sobre la mesa, las malas noticias y la carne por dígitos en casas, casas de citas.

El olor a café, las ojeras tatuadas, el tiempo corriendo como el agua del grifo, mientras todos sueñan, contando ovejas sin creer que viene el lobo.

Y te vistes de esperanza afilando las agujas, secas las lágrimas de la almohada y hueles las Sábanas manchadas con su nombre. Rogar dulce rogar.


El bloque se viste de negro, luto de esperanza, cemento y cristal, mientras busco una piedra, humo del estrecho, que rompa este silencio.

Esnifo el perfume de la urbe, el dinero bajo el vestido de Liberty, cantándole a New York como Sinatra.

Y la vida se para y solo quedan cadáveres desgastando el asfalto, bombeando tiempo esperando al metro, esperando un milagro. Miradas vacías y gestos fríos, nadie conoce a nadie, y todo pasa tan rápido en las ventanillas de este vagón. Esperan la parada para entrar y salir de tu vida, sin pensar en volverte a ver pero mañana seremos otra vez...cadáveres.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Rutina. Modo repeat.

Y otro dia más, o menos, la hora punta, los grillos electrónicos matando mis sueños y dando de comer a mi rutina.

El café, sólo, sin compañía, entre recortes de periódicos, urnas de ceniza y alquitrán, malas noticias.

Deambulando entre platos rotos y trapos sucios, con el disparo del microondas indicando que todo vuelve a empezar.

Vacío mi sonrisa y me doy el primer baño del día, nada de baños de multitudes, sólo lluvia en las mejillas.

Y se encienden las luces, como en las Vegas, despierta el asfalto y duermen las farolas. Las paredes se ponen sus mejores galas, entre powerlines y platas.

Doblo la esquina, papiroflexia de barrio y las estanterías del supermercado recordándote que todo caduca.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Te veo pasar, tiempo.

Escupo nubes de fortuna, humo del estrecho, esperando,quizá pronto, mi último aliento antes de convertirnos en ceniza.


Me sepultan esas 2 dunas, esa arena pinchando,como agujas de Rolex, recordándote que algo pasa y sólo te pido tiempo, a tí...al tiempo. Ese que me recuerda, desde el primer llanto, que había empezado la cuenta atrás. Ese que siega mis campos con su guadaña, que viste de negro en las despedidas y que hace que llueva en nuestras mejillas.


Cambias mis blancos por tus grises, dejas marchitos los colores más vivos, nos dejas cicatrices en las heridas que sólo tú eres capaz de curar. Pero te veo pasar, cada segundo, cada minuto, cada hora, sentado en el andén, con una maleta llena de polvo y de recuerdos, viendo pasar el último tren una y otra vez, una y otra vez, porque el dolor es pasajero.


Y llenas de arrugas mi ropa, mañana lo harás con mis manos, mi cara.Desatas los nudos en el estómago, intentas matar esas mariposas que me quitan el hambre , borras lo que una vez escribí en la corteza de aquel árbol y vuelves a poner 3 ceros en mi cuenta cuando llega final de mes.


Nadie parece darse cuenta, pero es entonces cuando sacamos las fotos y todos nos acordamos de tí, eres el único que siempre sales movido y te recordamos con esa frase que tan tuya hiciste "como pasa el tiempo".


Y otra vez es Otoño con sus flores mustias, las flores que dejé en tu felpudo, encima del "Bienvenido", las flores que le regalé cuando se fué, cubiertas de paladas de arena dibujando su ADIÓS, las flores que te recuerdan que nada es para siempre y que sobre mi epitafio, dejan sin sentido a la frase que recé una y otra vez "Te quise tanto, mi vida".

viernes, 23 de septiembre de 2011

Me despertó el salto sobre un algún charco con unas zapatillas futuristas que brillaban como Neruda en sus tiempos, el calor de su mechero que no podía con nuestra llama,el humo de una calada mal dada por el instinto de besarte a medias, las anginas de caballo, las heridas en los labios o las úlceras por la fiebre... fueron lo de menos. Y abrí una lata de coca-cola que echaba más de menos tus tragos que los míos, o al menos eso me decían las 501 mariposas que revoloteaban en mi estomago mientras escuchaba "Sin tí a mi lado" y cogía el ultimo cigarrillo de una cajetilla que duró todo el puente y decía..."Las autoridades sanitarias advierten que...Amar puede matar"

domingo, 18 de septiembre de 2011

Rezándole a Biggie

Podría rezarle a Biggie, llorarle a los de la placa en el pecho o en la tana y pediros papel y no clemencia.

Podría falsificar sonrisas y posar para sus fotos, pero mi marco es incomparable. Retrato la ruina con ojo de Polaroid y no espero a que la tinta se seque, que se corra la tinta y la voz, mi primera vez, mi primer blog.

Con los pulmones astillados, los labios secos y la sensación de que no existen los días perfectos.