miércoles, 21 de noviembre de 2012

Rogar, dulce rogar.

Te metiste hasta la cocina, lavaste mis trapos sucios, tiraste los platos rotos y cogiste la sartén por el mango, poco antes de que se me fuera la olla.

Puse el pasado a remojo, mandé todo a freír espárragos, porque viste el vaso medio lleno y la cama vacía, soplaste las cenizas, sacaste la basura fuera aunque a veces te guste barrer para casa.

Y desde entonces, sin medias tintas, exprimo el tiempo y no medias naranjas, de algodón o lycra, pudriéndose en cualquier frutero.

Y por eso, con el verano ya caducado, el otoño a medio cocer, te dejo un trozo de mi invierno en la nevera.