sábado, 20 de octubre de 2012

Que Dios te mendiga

El teléfono está sonando...a súplica. Remuevo el café, sólo, cargo el móvil y la cruz.
Las coronas siguen siendo de espinas y la última cena siempre deja resaca, ardores y un sabor amargo.

Hoy le rezo a tus piernas que me aprietan pero no me ahogan. Hoy le rezo a la de siempre, que me dio pan cuando me partieron los dientes.

Domingos de sermones, en comunión conmigo mismo, tú bebe agua bendita y mea culpa.

Y es que la Virgen quizá dejó de serlo, y ahora se limpia los labios en los asientos traseros de un 206. Tintando las lunas menguantes con el vaho que deja la soledad.

Así que: "Dios ha muerto",eh, Friedrich. O quizá esté tirado en un cajero, o rebuscando fe en los contenedores de tu bloque. Bailándonos el agua, mientras la ciudad llora y yo sigo calado hasta los huesos.