domingo, 16 de marzo de 2014

En el nombre del padre.

Nací del repetitivo y, a veces, monótono brindis carnal. De la madeja de piernas mutiladas por la mentira. Por eso vivo en las segundas oportunidades, y huyo del decorado como Truman.

Órale al buen pastor, a tu guía.
Eh, órale.

Escupo sangre de su sangre, de mi sangre, de nuestra sangre. En el espejo reconozco su imagen. En mí, odio su semejanza.

Riego flores de plástico que tapan su falso epitafio. Alimento su ausencia.
Me bañó en su fracaso.  Sin darme la oportunidad, si quiera, de tirar la toalla.
Fui generoso regalándole mi olvido.

Órale al buen pastor, a tu guía.
Eh, órale.

Que Dios maldiga la suerte de éste mi pastor; que le ceda esta cruz que nunca debí arrastrar;  que clave en ella la porción de creador que me declaró la guerra, cuando la niñez debía ser un cultivo de banderas blancas.

Y que Dios bendiga mis dos cuartos menguantes.