jueves, 27 de octubre de 2011

No fuimos lo que somos.

La presa diaria sobre la mesa, las malas noticias y la carne por dígitos en casas, casas de citas.

El olor a café, las ojeras tatuadas, el tiempo corriendo como el agua del grifo, mientras todos sueñan, contando ovejas sin creer que viene el lobo.

Y te vistes de esperanza afilando las agujas, secas las lágrimas de la almohada y hueles las Sábanas manchadas con su nombre. Rogar dulce rogar.


El bloque se viste de negro, luto de esperanza, cemento y cristal, mientras busco una piedra, humo del estrecho, que rompa este silencio.

Esnifo el perfume de la urbe, el dinero bajo el vestido de Liberty, cantándole a New York como Sinatra.

Y la vida se para y solo quedan cadáveres desgastando el asfalto, bombeando tiempo esperando al metro, esperando un milagro. Miradas vacías y gestos fríos, nadie conoce a nadie, y todo pasa tan rápido en las ventanillas de este vagón. Esperan la parada para entrar y salir de tu vida, sin pensar en volverte a ver pero mañana seremos otra vez...cadáveres.

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