Se lo escupí a la guadaña
Se lo vendí al peor postor
Lo clavé en sus agujas
Lo sepulte en su propia arena
Nunca fue oro,
fue vértigo
rencoroso y vengativo,
egoísta, perezoso y sucio
Y yo he terminado de comer,
de soñar, de morir
Y limpio los berretes
a estas, mis ojeras,
mientras ÉL arruga nuestras caras
Te lo regalo a ti,
aciago y amputado,
A ti, desacostumbrada y triste,
te lo regalo
Agonizando hasta la vida
Tiempo
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